Mérida
Hasta que la desvergüenza se haga costumbre
“La gente que no abre vías de esperanza está trabajando para el conservadurismo”
Álvaro García Linera, exvicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia
Alfonso Pliego Santos
Mérida, Yuc., 15 de agosto de 2022
En 2017, Estela Hernández Jiménez, hija de la indígena Jacinta Francisco Marcial, encarcelada injustamente durante casi 11 años al hacer uso de la palabra en la ceremonia oficial de disculpa dijo: “… Por los que seguimos en pie de lucha por la justicia, la libertad, la democracia y la soberanía de México, para nuestra patria, por la vida, para la humanidad, quedamos de ustedes, por siempre y para siempre, la familia Jacinta, hasta que la dignidad se haga costumbre.” Estas últimas palabras fueron repetidas el recién pasado 7 de agosto durante la ceremonia de juramento por la ahora vicepresidente de Colombia Francia Elena Márquez Mina: “HASTA QUE LA DIGNIDAD SE HAGA COSTUMBRE”.
Sin embargo, este lunes 15, Mario Delgado y Bertha Luján le han dado un sentido diametralmente opuesto a esta maravillosa frase durante la conferencia de prensa que ofrecieron para hablar del proceso electoral interno del partido Morena, Asambleas distritales les llaman a ese desaseado y controvertible proceso (por decir lo menos), pero su actuar y sus dichos en esa conferencia se pueden sintetizar en una rúbrica oficial y oficiosa de su cinismo ante los medios: Hasta que la desvergüenza se haga costumbre.
Y es que al menos en Yucatán, particularmente en las poblaciones de Umán, Mérida y Progreso pude ser testigo de casi todas las artimañas electorales a las que nos tenían acostumbrados “los otros” partidos: acarreo de gente, compra e inducción de votos, relleno de urnas, tacos de votos, carrusel, conteos sin verificación, boletas sin folios, funcionarios de casilla a modo, promesas o amenazas a los votantes, regalo de pescado fresco (en Progreso), engaños sobre la intención de la votación y un largo etcétera.
Con todo esto no digo que Morena es el nuevo PRI, ni el PRIMOR, ni nada parecido, sino es la confirmación del surgimiento de una “nueva” clase política que responde a los reacomodos de la oligarquía a nivel nacional y particularmente en el sur sureste del país. Me explico: el PRI se extingue, y lo que queda esperar de aquel partido monolítico es saber si puede sobrevivir como una fuerza político-electoral reducida, disminuida a un microcosmos estatal (Coahuila y Estado de México), que junto con Durango (recientemente ganada por el tricolor en alianza con el PAN y el PRD, aunque esa alianza no le era necesaria, pues analizando los números de esa elección, los votos obtenidos por el PRI eran suficientes para derrotar a la candidata de Mario Delgado en ese estado, Marina Vitela) son los últimos reductos de gobiernos a los que puede aspirar.
Aunque muchos queremos vivir lo suficiente para ver la extinción completa de ese partido y su bien enseñada –y bien aprendida— cultura de la trampa, ese dinosaurio aún puede subsistir, particularmente si puede retener su última carta fuerte: el Edomex. Tampoco hay que perder de vista que el PRI se subsume en la estructura Morenista, particularmente sus cuadros y operadores, quienes son los que han venido interviniendo a favor de la guinda para ayudarle a ganar elecciones. Esto no es de ahora, sino que viene desde el 2018 (cuando las Redes Sociales Progresistas, brazo electoral del SNTE, caciqueado por la “maestra” Elba Esther Gordillo fueron elemento fundamental para el cuidado de casillas de ese proceso electoral), proceso que se acentuó en 2021 con la incorporación cada vez mayor de operadores políticos y de conocidos mapaches electorales para ayudar a la estructura morenista.
El PRI se ha acuerpado de manera “natural” en Morena, debido a la falta de experiencia y de cuadros morenistas para hacer el trabajo de movilización de masas. Con estas nuevas “asambleas”, Morena se vuelve un partido de masas –así lo festeja además Mario Delgado como otro de los grandes logros de los pasados días 30 y 31 de julio pasados— masas que muchas de ellas están ahí sin saberlo o lo están en un genuino agradecimiento o lealtad a las políticas sociales del presidente López Obrador. Por supuesto también están los morenistas, tanto los “originales” o fundadores, así como los que se fueron adhiriendo en el transcurso de su corta pero exitosa existencia.
Pero regresando a la tesis de que se está gestando una “nueva generación de políticos(as)” esa “nueva” clase política va a caminar en uno de los siguientes tres sentidos:
1) Conformar una nueva casta política en que la marca PRI (o PAN o PRD o Verde, etc.), son un fardo, aunque su ADN sea priista (o panista, etc.), y cada vez se van a alejar –al menos miméticamente— de ese estigma (corrupto), pero son políticos (grillos más bien) que tienen esa disciplina para conformar ese nuevo partido con paciencia para “esperar su turno” para acomodarse en posiciones de poder (ejemplos de sobra conocidos, pero NO los únicos: Verónica Camino, Joaquín Diaz, Mario Peraza, etc.)
2) Un sector francamente hambriento y descarado de posiciones de poder (“huesos”), los más viles y descarados y que en aras de escalar no les importará cómo llegan (Jessica Saidén, Martín Velázquez y demás).
3) El morenista original, aunque aquí también hay varios grados de ideología, compromiso y eticidad. Va desde el morenista que vela por sus intereses (nunca ha sido de izquierda, pero no le molesta ponerse esa etiqueta), algunos llegaron a algún espacio de poder (Rogerio Castro, Mario Mex) y los “resentidos” que nunca han logrado nada o “sobras” (Guillermo Calderón, Ubaldo Arciniega, etc.) Junto a ellos se encuentra los morenistas “corporativos” con viejos vicios como el corporativismo, el autoritarismo disfrazado de centralismo democrático pero que vienen de las tribus perredistas.
Está el morenista ciudadano, sin experiencia militante previa que se suma y participa en la construcción del partido, el que camina y reparte periódico, pero que no se forma ideológicamente ni siquiera se capacita políticamente y por eso confunde su indignación y emociones con ideología de izquierda. También hay el morenista con tradición de lucha, que viene de experiencias en movimientos sociales, sindicales, campesinos o de otras formaciones de izquierda; es un militante con formación Ideológica y experiencia política pero que en Yucatán no cuenta mucho, por las mismas condiciones de atraso político y envidia consustancial, por ello está aislado, no es comprendido o se alejó del partido porque veía venir este alud de descomposición burocrática, pero tampoco hizo manos a la obra para tratar de detenerla.
Así que la coyuntura se abre en el nuevo partido de masas que aparentemente aparece como agandallado por lo peor de lo arriba señalado, pero que por esa “quemada” que ya traen frente al electorado o la militancia, ese espacio puede y debe ser ocupado por los procesos autogestionarios, organizados desde la base, por esos militantes genuinos, pues no todos son sectarios o viscerales, sino que por su aislamiento geográfico o no estar cerca de o en Mérida no han sido tomados en cuenta debidamente, son la periferia y tomados en cuenta sólo en procesos electorales.
Son esa militancia que ha ido estableciendo una simbiosis con gente de sus comunidades y donde hay un potencial enorme, pero las distancias y aislamiento entre sí, sumado a los procesos propios de dinámica social de cada municipio o región, sumados a los intereses particulares de cada municipio y divisiones internas impiden una cohesión y la posibilidad de tejer esa red NECESARIA al menos para el intercambio de información.
Desde finales de 2020 he venido insistiendo como simpatizante externo que las alternativas se encuentran en impulsar a Morena movimiento, si bien lo electoral “camina solo”, pues la marca Morena es de inmediato asociada a AMLO, la barredora electoral en que se ha convertido Morena también ha tenido su aceite priista (sólo hay que revisar los nombres de gobernadores(as), senadores(as), diputados(as), presidentes municipales, regidores(as), etc.) Pero se ha dejado de lado la creación de comités de Protagonistas del Cambio Verdadero (art. 14) por afinidades, identidades o participación de actividades (jóvenes, sindicatos, barrios, comunas, etc.) Así como la conformación de comités municipales con el legaloide argumento de “no violentar el art 32. Cuando todos los días y de la forma más ruin y descarada el Estatuto es pisoteado desde Mario Delgado y Bertha Luján hasta Ovidio Peralta y Mario Mex.
Se olvida muy fácilmente la militancia de Morena que la alternativa a este entuerto ilegal e ilegítimo, y que ahora se convierte en un abordaje siniestro y pervertido que pretende deshacer la esencia de Morena: su Declaración de Principios y su Programa (¿Por qué luchamos?), sigue siendo la misma: Dar el poder a la mujer, a la indígena y a la mujer por decisión (transexual y transgénero), trabajar con el ejidatario y el campesino, acercarse al artesano, el pescador y el obrero, ir a las comisarías pero no de visita de médico o sólo en periodo electoral, sino convivir y conocer de primera mano las urgencias y soluciones a tantas demandas de esas comisarías, pero sobre todo dignificar y estar orgullosos de nuestros pueblos originarios, especialmente los mayas que son la mayoría en Yucatán.
Sumado a ello se debe entender lo fundamental que es al mismo tiempo dar capacitación política y la formación ideológica, que revise antes que nada el comportamiento ÉTICO de la organización (esencia de la Revolución de las Conciencias), sumado a la necesidad de la construcción ciudadana: auditoría a “representantes populares”, revisión de perfiles a candidatos, compromisos contraídos de dichos representantes, pero lo más importante: la construcción de la Gobernabilidad Plebeya, haciendo como Carrillo Puerto (traer el partido del campo a las ciudades).
Pero el proceso autogestionario es menos complicado si se desarrolla (se promueve) desde la comisaría y se va acercando a la cabecera municipal.
Es la fórmula de Felipe Carrillo Puerto, con las ventajas que ahora existen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y que se manifiestan de manera genérica a la gente en su forma más simple: redes sociales.
Un elemento fundamental en este nuevo embate de la derecha incrustada en Morena puede ser derrotado si se da el fortalecimiento de los múltiples movimientos sociales, a través de nuevas formas de participación como la democracia comunitaria y la democratización creciente de las relaciones personales.
Ser de izquierda no es una etiqueta o un adjetivo, significa nuevas formas de gobernabilidad, significa hacer a un lado los prejuicios de clase, los temores infundados por la derecha y promover y construir diariamente la Gobernabilidad Plebeya que se construye no sólo como mayoría parlamentaria, sino también como mayoría callejera.
Es entender lo que bien dice el exvicepresidente boliviano Álvaro García Linera: “Se gobierna desde las calles y se gobierna desde el palacio y la unidad de ambas da gobernabilidad a los gobiernos progresistas.”