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Párroco Óscar Manuel Cetina Vega da su mensaje como cada mes
Progreso.- Les saludo con la alegría y el afecto de siempre, en estos tiempos de vacaciones para muchos. Esta vez deseo compartir con ustedes dos celebraciones litúrgicas que celebraremos este mes: la Transfiguración del Señor y la Asunción de la Santísima Virgen María, expresó el Pbro. Óscar Manuel Cetina Vega, párroco de la iglesia de la Purísima Concepción y San José, durante su mensaje por el mes de agosto.
Ambos acontecimientos que también recordamos al rezar el Santo Rosario: La Transfiguración 4, misterio luminoso y la Asunción 4, misterio glorioso.
Todos los años, en el segundo domingo de Cuaresma, escuchamos el relato de la Transfiguración de Jesús, que tiene una finalidad concreta de preparación al Triduo Pascual. Esta vez, la celebración de la fiesta, de origen oriental y monástico, se puede decir que nos invita a mirar contemplativamente al Señor Jesús glorificado, iluminado con la luz plena de la Pascua, y con la proyección escatológica (al final de los tiempos) de su victoria total del pecado y la muerte. Gloria de la que estamos llamados a participar, tal como expresa la oración colecta de la misa.
“Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu unigénito fortaleciste nuestra fe, con el testimonio de los profetas y nos dejaste entrever la gloria que nos espera, como hijos tuyos, concédenos siempre escuchar la voz de tu Hijo amado, para llegar a ser coherderos de su gloria…”
Por otra parte, el día 15 de agosto se celebrará la Asunción de la Santísima Virgen María con la que celebramos un dogma mariano, es decir, una verdad de fe sobre la Virgen María. Una verdad que el pueblo de Dios siempre ha creído y fue declarado sonlemnemente por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 en la Constitución Munificentissimus Deus que dice:
“Definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María terminando el curso de su vida terrenal fue Asunto en cuerpo y alma a la gloria del cielo…”
El Catecismo de la Iglesia Católica nos ayuda a entender la importancia de este dogma mariano para nosotros los católicos cuando afirma el número 966:
“La Asunción de la Santísima Virgen María constituye una participación singular en la Resurreción de su Hijo y una anticipación de la resurección de los demás cirstianos”.
Es decir, la importancia de la Asunción se origina en la relación que existe en la Resurreción de Cristo y la nuestra. La presencia de María, ser humano e igual a nosotros, menos en el pecado, se halla ante nosotros en cuerpo y alma ya glorificada en el cielo, es eso, una anticipación, una primicia, de nuestra propia resurreción, concluyó.