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La pesca furtiva regresa con mayor fuerza
Progreso.- En plena contingencia sanitaria, en la llamada “Nueva Normalidad” la pesca furtiva ha regresado con mayor fuerza pues numerosas especies están casi desaparecidos.
“Los furtivos son los que barren con todo y esto hace que las pescaderías no se reproduzcan”, comentó un pescador local.
“Pescamos de todo lo que haya. Pulpo, caracol, pescado. Hay muy poco y muy cara está la gasolina”, comenta Antonio Barrera, con la curtida por el sol y toda una la vida dedicado a la pesca.
Son comunes los días en donde se reportan malas jornadas. Llega al puerto con escasas capturas. Y eso que estamos en temporada de escama, pero los furtivos dan al traste con todo, señala.
Unas de las especies amenazadas por los furtivos son el pulpo y el pepino de mar; el primero es una de las cuatro principales pesquerías de la zona, junto al mero y la langosta. Salvo la langosta, todos escasean este año, según autoridades y pescadores consultados.
Tan solo el año pasado fue el pulpo el que dio muestras de agotamiento. El mero está “prácticamente desaparecido” y el pepino marino ha menguado dramáticamente en menos de una década, hasta el punto de decretarse la veda total.
Y eso que todos los años las capturas alcanzan niveles notables. Por ejemplo. Entre 2014 y 2018 se llegaron a capturar casi 100 mil toneladas de pulpo, por un valor de 3,467 millones de pesos. En el mismo periodo se pescaron 5,736 toneladas de pepino de mar, por un valor de 178,86 millones de pesos.
También 28,464 toneladas de mero por 875,86 millones de pesos y 1,878 toneladas de langosta por 333,52 millones de pesos. Estas cifras son muy altas si se comparan con el número de incautaciones en la misma época: 660 toneladas de todas las pesquerías, según datos de autoridades pesqueras, aunque claro estas cifras son lo que detectan y no lo que los furtivos se llevan.
Pescadores y autoridades culpan a la pesca furtiva, a los “depredadores” del terrible descenso de las capturas de las últimas temporadas. En este concepto se incluye pescar fuera de temporada, sin permitir que la fauna marina se regenere, o utilizar técnicas prohibidas como bucear para cazar pulpos. También emplear productos vetados, como el cloro, para obligar a los animales a abandonar sus cuevas.