Mérida
La debacle política y la pobreza política
LA VISIÓN DE CARONTE
Por Miguel II Hernández Madero
En las elecciones intermedias en el país los ciudadanos tienen frente a sí una pobre oferta política, marcada por el desastre y desorden en el seno de los partidos, candidatos y campañas, a tal grado que en Yucatán se han dado simulaciones, cambios de candidatos y pérdida de fronteras ideológicas.
En un proceso electoral tan esperado, resulta extraño que los partidos políticos no hayan podido presentar cuadros estructurados y hayan presentado en algunos casos candidatos “inelegibles”, o no hayan cumplido con cuotas de género y hasta hayan ignorado abiertamente disposiciones específicas como representatividad “indígena” (para muchos ese término sigue siendo peyorativo).
Sea como fuere, vimos en la selección de candidatos cómo se movían los hilos de personajes convertidos en dedos electores al decidir e ignorar en muchos casos a los propios militantes, quienes debieron callarse y apoyar a sus nuevos candidatos, llegados de otros partidos.
En el oriente del estado tenemos un ejemplo. Ahí la ley electoral marcó que su candidatura debía ser para alguien de origen indígena, por cuestiones poblacionales. Esto ya se sabía, los partidos políticos debían haber postulado a quienes cumplieron esos requisitos, pero no fue así y el resultado es que se impugnaron cuatro candidatos, de quienes tres perdieron su registro.
Primeramente, el PAN había postulado al panista de reciente cuño, ex priísta, ex perredista, ex verde ecologista, Liborio Vidal Aguilar, como candidato a Diputado Federal por el Primer Distrito, quien ante el embate legal por su origen no indígena, obtuvo cartas de apoyo de agrupaciones campesinas, recorrió comunidades y hasta se hizo una limpia por un chamán (al más puro estilo lopez-obradorista), para obtener la ascendencia requerida.
En última instancia hasta recurrió a baby yoda, pero fue inútil. La candidatura le fue retirado y curiosamente, en una de las sesiones del Tribunal Electoral, hablando de casos similares, se destacó que debía ponerse atención para evitar la simulación. En otras palabras, se trata de identidad, aspectos socioculturales, origen y pertenencia.
Vidal Aguilar, ex alcalde de Valladolid, exdiputado federal y ex secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado, pese a haberle sido retirada la candidatura desde abril, siguió haciendo campaña como candidato y ahora, ya sin ninguna instancia a quien recurrir, construye una imagen de poder detrás del sustituto. Todo sea por mantenerse vigente para las elecciones de 2024, dentro de cuyo contexto no sería extraño verlo integrarse al gabinete de Mauricio Vila Dosal.
La otra candidata que perdió su registro fue la ex alcaldesa de Valladolid, abanderada de Morena, Alpha Tavera Escalante, también ex priísta, quien se abstuvo de hacer campaña a la espera del resolutivo, pero que no puso interés por impugnar, pues no firmó el recurso de revocación de su candidatura.
Y el tercero en perder su candidatura fue el representante de Movimiento Ciudadano, Jorge Canul Rubio, también ex priísta, quien tuvo un papel más discreto, quizá por estar consciente de sus pocas posibilidades de triunfo.
En ambos casos tenemos a ex priístas, quienes no pudieron acreditar sus orígenes indígenas, habiendo sido postulados en una demarcación donde precisamente ese era uno de los requisitos primordiales: tener ascendencia maya. A Canul Rubio no le bastó el apellido.
¿Y los demás casos? ¿Candidatos inelegibles, renuncias, inconformidades y campañas grises o inexistentes? Bueno, hay mucho en el tintero y lo tocaremos la próxima semana.
A poco más de dos semanas de las elecciones, el ciudadano se pregunta si debe salir a votar, la respuesta es sí. Esperemos que el voto ciudadano, en estos tiempos de pandemia, sea más certero y elija, si no al mejor, sí al menos malo.
Hasta la próxima…