Mérida
Los patos le tiran a las escopetas

Por: William Casanova Vázquez
Una golondrina no hace verano, pero un pato sí hace primavera. Tras el fracaso de su sexenio 2001-2007 y el acelerado desgaste de su títere de cara bonita, el palmípedo yucateco se quita la máscara y nos confirma quién gobierna en Yucatán.
Obligado por la pandemia Covid-19, el poder tras el trono en el primer gobierno panista de Yucatán deja la oscuridad en la que operaba y asoma la cara al sol a través de una “Dirección de Relaciones Interinstitucionales”, que los diputados no contemplaron en el presupuesto de Egresos 2020 del Ejecutivo. Las promesas de austeridad incumplidas para engordar la burocracia de primer nivel.
Desde una “Dirección de Relaciones Interinstitucionales”, pero en la Secretaría de Educación, los patos ejercieron el poder en el primer gobierno panista. Desde ahí manó el férreo control en la comunicación social, en el espionaje y sobornos a políticos disidentes, en el manejo clientelar de los programas sociales. Ahí se incubó el virus, que a la postre, acabó con la credibilidad blanquiazul.
Hoy, con gran parte del gabinete jurídico, político y económico (secretarías de Gobierno, de Desarrollo Social, de Planeación) formado por sus piezas de ajedrez, los patos regresan públicamente al organigrama. No será motivo de asombro si los municipios panistas de nuevo empiezan a comprar sus flotillas en Autos Patrón; si en las clínicas y hospitales públicos la proveeduría de medicamentos regresa a Farmacias Yza, una nueva entrega de concesiones del servicio público del transporte a directivos y militantes panistas; si en vez de investigar el acoso sexual que padecen las mujeres policías se acosa penalmente a los comunicadores que den voz a las afectada; la normalización del nepotismo, la sumisión de diputados y directivos empresariales a las órdenes de Palacio de Gobierno.
Los patos ya fallaron una vez y lo volverán a hacer, la prepotencia, el abuso de poder, sus egos mesiánicos los condenan. Un buen gobierno da votos, uno malo los quita, y los patos fueron tan malos, que entregaron la gubernatura a lo peor que hemos sufrido los yucatecos: el Ibonato y su ambición desmedida, descontrolada, que aún nos tiene endeudados por las primeras piedras más caras de la historia.
Por lo pronto, el Pato ya tiene el control del Laboratorio Estatal de Salud, para manejar a su antojo las cifras de los casos confirmados de coronavirus. El gobernador de facto Mauricio Vila Dosal aún no explica qué funciones, en qué consiste y cuanto presupuesto ejercerá la nueva Dirección Interinstitucional pero los efectos del nombramiento inició a la voz de cuác: en menos de 24 horas, todos los medios vilistas extraoficiales, los que tienen convenios de publicidad palaciega, anunciaron al mismo tiempo, como “extraoficial”, la suspensión del Tianguis Turístico.
Por lógica, si todos los voceros de Vila (oficiales o extraoficiales) divulgan al mismo tiempo una información extraoficial, significa que no es extraoficial. El poder utilizando a los medios.
Los Patos tienen el dinero, tienen el poder, pero no tienen la verdad. La realidad se ha encargado (y se encargará) de exhibir la manipulación de la información pública, la que debe estar al servicio de los ciudadanos, no de los funcionarios con aspiraciones a cargos públicos futuros. No habrá cuernos de toro, latas de gas lacrimógeno o uniformidad de comunicadores capaz de vencer a la verdad.
Como en el sexenio 2001-2007, regresa al poder un grupo nefasto. Cada sexenio presume públicamente “nosotros logramos más que en los gobiernos anteriores” y no tengan duda que, en este juego de la Oca los palmípedos recorrerán las 63 casillas para coronar, al interior del clan, su logro principal: “Saqueamos del erario más que los anteriores”.
En país y en un Yucatán dominado por gansos y patos, un negro pajarraco está dispuesto al sacrificio. Mientras pueda graznar, desde mi nido vigilaré a esos ánades. Es un compromiso con la sociedad, con los lectores.
