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El torneo de lazo: una tradición ilegal
Por Consejo Editorial
El famoso “torneo de lazo” es una actividad, dentro de las corridas de toros, consideradas como una tradición ilegal, mismas que se realizan en diferentes municipios de Yucatán. También conocido como “jaripeo ranchero”, “jaripeo bravo”, “torneo a capa, lazo y jinete”, “toros destripa caballos”, “toros buscacaballos” “toros matacaballos”, según el estado del país donde se lleve al cabo.
Considerado como un entretenimiento familiar, “el torneo de lazo” resulta ser un espectáculo violento, por el exceso del maltrato animal, que no se deben permitir por ser clandestinos y, casi siempre, forma parte de las festividades en honor al Santo Patrono (a) de cada lugar.
Los torneos de lazo se llevan al cabo en ruedos de madera, tablas y laminas que, muchas veces, son hechos a mano por los pobladores, por lo que no resulta ser muy seguro en comparación con los ruedos de concreto. Es ahí donde se dan cita quienes gustan de esta actividad sangrienta.
En Yucatán, este concurso de entretenimiento se práctica de forma clandestina: los vaqueros que participan en el torneo de lazo se presentan con sus respectivos caballos teniendo conocimiento del peligro que corren; tanto por ser tumbados por el toro; herir de muerte al caballo, que muchas veces es el que sale más perjudicado e, incluso, el vaquero puede salir lastimado o perder hasta la vida, cómo fue el caso del joven vaquero que murió en la plaza de toros “El Retoño”, del municipio de Kanasín, tras una fuerte cornada, el domingo pasado.
Tierra de nadie y sin leyes
Esto último nos lleva a preguntarnos: Si esta actividad es ilegal, ¿quién regula estos torneos de lazo? ¿Qué papel juegan los ayuntamientos, qué responsabilidad tienen los organizadores y los mismos participantes y dónde queda la responsabilidad sociedad? ¿Quiénes proporciona los permisos para el funcionamiento de estos “ruedos”? Se entiende que, por tratarse de un evento masivo, antes de aprobar las licencias y/o permisos se debe corroborar que los organizadores cumplan con las medidas de seguridad necesarias, por lo tanto esa responsabilidad recae en la dirección de protección civil municipal, quien debe examinar el lugar teniendo en cuenta que deben cumplir con estrictas medidas de seguridad, como contar con las salidas de emergencia necesarias, tener una ambulancia cercana al ruedo, por lo menos uno o dos paramédicos, un botiquín de primeros auxilios, mínimo un extinguidor para caso de incendio e incluso un veterinario para dormir al caballo que resulte herido.
¿Por qué nadie exige que estos eventos sean vigilados?
Al ser clandestinos, los participantes deben hacer conciencia de lo peligroso de esta actividad, que les podría costar la vida, si los organizadores no proporcionan una ambulancia que preste los primeros auxilios, por si se presenta un caso de emergencia. En estos lugares debe de haber, por lo menos, un paramédico a cargo del ruedo, para auxiliar heridos dentro del evento. También es primordial contar con una patrulla debido a que en ese tipo de eventos suele haber peleas callejeras. Sin embargo, ya ocurrida la tragedia todos quieren deslindarse de su responsabilidad, pero cada vaquero que entra al ruedo conoce bien el riesgo que se corre, una cornada de toro, puede acabar con la vida de la persona o del caballo, porque el toro solo trata de defenderse del maltrato animal al que es sometido.
Por lo sucedido en Kanasín ¿hay responsables?
Desde luego que sí. En primer lugar, están las autoridades que, ya teniendo conocimiento de lo sucedido, no han interpuesto las denuncias penales correspondientes ante un hecho evidentemente ilegal. ¿Tan influyente es el organizador del evento que le costó la vida a un vaquero? ¿Qué están ocultando? Si el ayuntamiento otorgó el permiso para que ese “torneo de lazo” se realizara, cosa que aún no aclara, es corresponsable de la pérdida de esa vida.
En segundo lugar, están los organizadores. Su irresponsabilidad ocasionó la pérdida de una vida humana. Si la acción que da lugar a una muerte es imprudente, estaremos ante un homicidio imprudente. Eso ocurre cuando el autor infringe el deber objetivo y subjetivo de cuidado que le era exigible. El homicidio imprudente puede ser por imprudencia grave o menos grave y el que lo comete debe ser sujeto a proceso penal.
En tercer lugar, y no por ello menos importante, está la irresponsabilidad de los participantes quienes, con conocimiento de causa, deciden participar de manera voluntaria a pesar de los evidentes riesgos y de la falta de seguridad. El que por su gusto muere…
Los legisladores deben tomar cartas en el asunto, así como aplicar las sanciones que sean necesarias para que no se sigan perdiendo vidas de personas y animales. En los casos de clandestinaje esos ruedos deben ser super supervisados de inmediato y clausurados para no exponer a nadie a una situación similar. Es cuánto.
Ana Cristina Ramírez Barreto
24 abril, 2022 at 4:24 pm
Excelente enfoque. Los daños tienen que ser reconocidos, contados y resarcidos, pronta y cabalmente, con garantía de no repetición. La CIE-11 tiene que incluir las plazas de toros, corrales de manejo y transporte de ganado bravo, además de dejar de contar las lesiones aquí como “accidente”. Estamos ante un tipo de empresa que produce daños en caballos y humanos, muchos de estos son menores de edad. Todo ello por sus fines de lucro, de promoción partidista y de ostentación machista.