La Visión de Caronte
Por Miguel II Hernández Madero
Sería maravilloso vivir en ese Yucatán donde la corrupción se ha acabado, donde la economía se ha robustecido y hay servicios públicos y de salud accesibles para todos.
Quiero vivir en ese estado donde el desempleo disminuye mes a mes, donde se administra tan bien el sueldo que se pueden pagar incrementos a la gasolina y alimentos, así como afrontar aumentos adicionales a los combustibles.
Además, sería maravilloso vivir en este rincón peninsular llamado Yucatán, donde hay abundancia, donde la gente tiene suficiente para vivir bien y pagar impuestos adicionales, sin que les afecte en sus salarios, porque “somos el lugar ideal para vivir”.
Pero además me gustaría vivir en ese gran país que es México, donde según las autoridades los campesinos no tienen necesidad de emigrar en busca de oportunidades de empleo; donde según la visión de la izquierda no es necesario que haya vigilancia en las calles porque los narcotraficantes, secuestradores y asaltantes pueden ser combatidos mejor con discursos, buenas maneras y programas sociales.
Y digo que me gustaría vivir en ese México porque al escuchar o leer declaraciones del Gobierno Federal o de líderes políticos de izquierda me pregunto si ellos viven en un territorio mexicano diferente a donde yo vivo. ¿O sea, yo no vivo en el país donde siempre he creído?
Y esto abarca también a Yucatán, donde no hay indicios de mejoría. La gente sigue pagando más por la canasta básica. La tortilla subirá en los próximos días, el combustible también…, y detrás de ello seguirán otros artículos con el alegato de que se incrementaron los insumos. Los campesinos seguirán emigrando a la ciudad en busca de empleo, convencidos de que es la mejor ciudad para vivir, sin enterarse que hay dos Méridas: lo que muestran como cara bonita y la otra, al margen, olvidada y escondida.
Pero también tenemos dos yucatanes. El exhibido como idílico y el otro, donde hay marginación, desempleo, despidos, recortes, despilfarro… ¿Qué debemos esperar para este 2020? Quizá nos encontremos con líderes que buscarán ganar la buena voluntad de la gente, buscando su simpatía, con miras a los procesos electorales de 2021.
Pero más allá de los discursos está la realidad que viven los yucatecos, quienes no entienden cómo se dice que la situación va a mejorar, cuando en lo cotidiano el panorama es desalentador. Al yucateco que día a día sale a trabajar, no le importan los discursos, ni los viajes, ni los premios, le interesan las acciones y los resultados.
Ojalá se dejen a un lado los sueños de opio y Yucatán en realidad se encamine este 2020 a una realidad palpable, de beneficio para todos.
Hasta la próxima…
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