Mérida
¿Quién oculta la verdad?

Por Willian Casanova @xkau
Como jefe de Información me llamó la atención que, cuando Lord Farquaad inició como alcalde de Duloc, los actos públicos que encabezaba a temprana hora o antes del mediodía no eran comunicados con eficiencia ni oportunidad. Debía esperar hasta las nueve de la noche -y luego de varias llamadas de presión a sus colaboradores-, para al fin tener el comunicado de sus actividades públicas.
No podía creer que un vanidoso tan mediático, con un oneroso y obeso equipo de comunicación a sus pies, mandara los boletines de sus actividades tempraneras hasta pasada la noche en plena era de internet. Por los convenios de publicidad con los medios, en los que el que manda paga y nadie paga para que le peguen, de nada servía que mande reporteros a los actos públicos. Las políticas de la empresa era no cometer error alguno que pudiera afectar la relación comercial con Farquaad (y los apoyos con el erario que algunos jefes reciben bajo el agua por su fidelidad con el gobierno). Así que la solución salomónica era evitar que mis reporteros se quedaran sin chamba por cumplir con su profesión y, como otros medios, en especial los portaleros, a esperar el comunicado oficial.
Ya luego supe el porqué del desinterés del equipo de prensa de Duloc en ese trienio: a Lord Farquaad no le interesaba el texto ni la información de su equipo, solo la foto. No cualquier foto: recibía el apoyo de una empresa relaciones públicas de Puebla, ligada al malogrado ex gobernador poblado y ex aspirante presidencial del país Muy Muy Lejano, Moreno Valle. El boletín se mandaba hasta que el fotógrafo poblano escogiera la imagen del día.
No podía faltar la sonrisa de pasta dentrífica; el brazo extendido y la mano firme, apuntando a diestra y siniestra con aires de liderazgo. Abrazando niños y mujeres. Si algún día fuese necesario, tomarse la foto en una bicicleta con dos colaboradores (bicicleta que nunca volvió a usar). La imagen. La burbuja. La apuesta a la belleza física.
Digamos que en este medio ingrato, la mayoría de los reporteros y editores ganan un promedio de 15 mil pesos al mes. Pero en el reino de Lord Farquaad un fotógrafo de la guardia vespertina-nocturna, prácticamente sin hacer nada por falta de actividades nocturnas en la agenda del Lord, devengaba hasta 40,000 pesos al mes.
La relación con los medios de comunicación social cambió radicalmente cuando el Lord llegó al poder. Las nuevas generaciones de reporteros tienen prohibido cuestionarlo en entrevistas de banqueta, nunca preguntan sin el permiso de la jefatura de prensa. Si violan el acuerdo, que pasen con Ana Gabriela Gómez López, a quien Lord Farquaad dotó de poderes plenipotenciarios para finiquitar contratos de publicidad a pesar del polémico pasado de la funcionaria. Bueno, ni tan polémico, el chisme es que la Sedeculta de Roger Metri fue inteligente y su vocera Gómez López hizo posible que una dependencia de un gobierno del PRI financiara actos de campaña del entonces aspirante del PAN.
Y como bien dice la secretaria de Gobierno del reino, la Princesa Fiona (algunos opositores pronuncian la letra “i” como “e”) los tratos lo hacen los políticos y los contratos los abogados. Ahora se vaticinan tiempos fuerte para los tablodides. Pero mientras los comunicadores no entiendan su papel, sigan aplaudiendo, sigan replicando boletines, sigan con el engaño. Los lectores no perdonan.
