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MORENA también tiene problemas en Quintana Roo

Mara Lezama cita a candidatos y alcaldes a un cónclave tenso, en un clima inédito de descontentos en MORENA

Hugo Martoccia – Mesa Chica

Mara Lezama está preocupada por noticias que le llegan desde todos los rincones del estado. Cree que algunos de sus candidatos, alcaldes y alcaldesas que buscan la reelección, entre ellos, no están dando todo lo que deben en esta campaña electoral que, más allá de fechas institucionales, ya ha comenzado.

Por eso, este martes ha citado a una reunión a alcaldes, alcaldesas y candidatos de todos los órdenes, la cual posiblemente alcance un punto de tensión mayor al de otras veces. Mara ve, por ejemplo, a algunos de esos alcaldes que buscan la reelección desatentos a lo que sucede. Hay en algunos, incluso, un clima de triunfalismo peligroso. Y se los va a decir a uno por uno.
La gobernadora ya tomó la decisión de que se va a meter personalmente en donde se deba meter para que no se pierda ninguna elección, porque ese objetivo es propio. Pero no va a cargar con el “peso muerto” de aquellos o aquellas que no quieren escuchar ni cambiar sus métodos. O sea, varios van a tener que cambiar sus métodos; les guste o no.

Sin embargo, también debe decirse que el triunfalismo se genera a veces desde el propio entorno de la gobernadora. En MORENA y la 4T se ha difundido la versión de que van a arrasar en todas las elecciones, y ese clima no ayuda a esforzarse en la campaña. Llama la atención, por ejemplo, candidatos que dicen estar cansados de tanto trajín cuando aún faltan 70 días para las elecciones y hay campañas que ni siquiera han comenzado.

Habría que explicar, en este punto, que no todos los procesos electorales son iguales. La campaña federal es una cosa, y la local es otra muy distinta.

Un par de actores políticos que forman parte del núcleo central de la 4T, vieron en estos días encuestas que no tiene nada que ver con las que se manejan en el búnker marista. Todas coinciden en que la imagen de Andrés Manuel López Obrador está por los cielos, que Claudia Sheinbaum va a ganar de manera muy contundente, y que Mara está muy bien valorada en la mayor parte del estado, pero en el senado o en los distritos electorales federales para diputaciones, los candidatos de la 4T apenas si retienen 6 o 7 de cada 10 votos presidenciales. Esos números alcanzan para ganar muy bien, pero marcan un descenso que se intensifica luego mucho más en los municipios.
Ese último dato dista mucho de lo que Mara ve en las dos encuestadoras que normalmente consulta.

La gobernadora tiene en sus manos números municipales que en algunos casos son abrumadores (los 30 puntos de diferencia en Cozumel o los 15 de Solidaridad, por ejemplo) mientras que hay quienes ven números mucho más cerrados en esos dos municipios, pero también en Othon P. Blanco, Bacalar y el distrito 8 de Cancún, por ejemplo.
Algunos operadores electorales del marismo, así como algunos alcaldes, dicen que es muy distinto lo que se percibe en la calle a lo que muestran los números de las encuestas. Nadie habla (por lo menos, no hasta ahora) de que se pueda perder una de esas elecciones. Pero sí aclaran que una cosa es la imagen del presidente y lo que él pueda arrastrar de votos a la elección federal.
Y otra cosa es una elección municipal o distrital, que es la más cercana a la gente, y en donde MORENA tiene varios problemas de imagen con sus candidatos.

LA OTRA MIRADA
Esa disparidad de números entre encuestas tiene correlato con un hecho que podría considerarse inédito en el marismo: podría decirse que por primera vez desde 2018, en el primer círculo de Mara hay quienes ponen en duda algunas de sus decisiones.

Habría que ver si en la reunión del martes alguien se animará a decirle a Mara esa otra versión de las cosas. Pero lo cierto es que hay un descontento instalado en algunos actores políticos que empiezan a notar a una Mara con decisiones más verticales, pero también más difíciles de comprender.

Por ejemplo, el armado de las listas de Ayuntamientos y las candidaturas a diputaciones no sólo dejaron heridos políticos (lo cual es normal) sino que también dejaron a muchos del primer círculo del marismo desorientados. No entienden la estrategia detrás de esa heterogénea construcción que se parece cada día menos a MORENA.

Las quejas tienen que ver con los nombres y con las formas. Pocos se explican el porqué de algunos nombres (el de Tepy Gutiérrez, con doble candidatura a diputada, encabeza todas las dudas) pero tampoco entienden para qué simular cuotas indígenas, LGBTTTIQ o de discapacidades, cuando el espectro de posibles candidatos de MORENA y la 4T puede abarcar todo eso.

Alguien que se inscribe en ese grupo de los desorientados, dijo esta semana que pareciera que MORENA está desintegrándose para armar un nuevo partido con raíces verdes (sobre todo) y también priistas o panistas o de quien quiera participar. Por supuesto, el nombre, el color y la bandera lopezobradorista son los mismos, porque sin eso los votos se esfumarían.

“Estamos dejando un escenario muy difícil para el 27”, dijo otra voz inconforme, que ve a un partido MORENA colonizado por el marismo, un colectivo político que no termina de identificar en ningún espacio ideológico y que cada vez suma a más personajes polémicos a sus filas.
Y todas esas voces disconformes apuntan a Mara y sus decisiones. Algo que no había sucedido nunca.

Desde 2018, cuando inició su meteórica carrera política, Mara ha ido en un constante ascenso en la construcción de alianzas y de poder. Convenció al morenismo más puro, que la miraba con recelo, y luego extendió esas alianzas hacia todos los sectores políticos y económicos del estado, que desde su misma aparición política la eligieron como la próxima gobernadora.

Pero ese proceso de encantamiento parece que ha sufrido algunas deserciones en los últimos tiempos. Habrá que ver si ese es el principio del fin de algo, o un ruido momentáneo que se apagará con el triunfo del 2 de junio.

Por supuesto, nadie dice que los inconformes tengan la razón ni que Mara la tenga. Cada parte tiene una versión sólida de los hechos, y llegar al fondo del asunto ameritaría una discusión mucho más puntillosa. Pero lo realmente relevante es que exista esa discusión, o duda, donde antes no existía.

ENEMIGOS ÍNTIMOS
Un tercer frente que se abre, y que no se puede desdeñar, es el de los rumores que hablan de que esa rebelión con Mara puede tener, en otros ámbitos, efectos mucho mayores que un descontento verbal.

Por ejemplo, hay quienes creen que incluso entre los aliados más cercanos a Mara a nadie le conviene que la gobernadora gane todo el 2 de junio. Y quizá sea cierto. Si Mara gana todo no va a haber forma de discutirle nada de aquí en adelante.

Hasta sus principales aliados (o especialmente ellos) quisieran quizá una Mara menos poderosa, más dubitativa, que requiera del auxilio de otros para tomar algunas decisiones. Y ni hablar de la sucesión del 2027. Los que quieran imponer a alguien en ese proceso, en cualquier espacio de poder, no tienen ninguna intención de ver una gobernadora súper poderosa que maneje todo con mano de hierro.

En ese sentido, si alguna sorpresa altera el mapa guinda del estado en Cozumel, Solidaridad, Chetumal, o en la elección al Senado con un Roberto Palazuelos que se acerque a la dupla morenista, seguramente habrá festejos hasta en la misma 4T.

¿Algún aliado del marismo se animará a propiciar algunas de esas debacles? Esa es la pregunta central, que aún no tiene una respuesta.

Con información de La Opinión de Quintana Roo

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