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La neopolítica del partido en el poder
Por Karina Chí
La formación política en #Morena sembró en muchos ciudadanos la esperanza de un nuevo amanecer, donde el pueblo postulaba a sus líderes naturales para puestos públicos y, así, luchar juntos contra la desigualdad y las injusticias fortaleciendo el desarrollo de los municipios, estados y gobierno federal.
Sin embargo, mientras fueron obteniendo mayor representatividad política, observamos cómo las dirigencias estatales y nacionales se fueron corrompiendo, a tal grado de asignar en puestos estratégicos a “nuevos políticos del viejo régimen” dejando fuera a quienes iniciaron esta lucha.
Las bases han sido violentadas en su derecho fundamental: la participación y postulación de sus líderes en cargos políticos. Se han convertido en simples peones, peldaños, tarimas y no en agentes de cambio.
Es vergonzoso, y a la vez risible, que ahora que Morena está en el poder, el pueblo que lo hizo gobierno no tiene la menor injerencia ni poder de decisión en asuntos de postulación, ni representación política.
No hay oportunidad para los liderazgos verdaderos, surgidos en las luchas.
El conflicto interno no tiene, ni tendrá fin. Esperan que David venza a Goliat. Pero las cúpulas enraizadas saben que a “Sansón no se le gana a las patadas”, así que no tienen miedo.
Es de reconocer el fino trabajo realizado en los últimos tiempos, utilizando un discurso de amor a un pueblo codependiente. Utilizando el temor de perder lo poco que obtienen y anulando así su capacidad crítica y libre para la toma de decisiones.
Hoy, por hoy, y sin temor a equivocarme, el partido guinda se ha convertido en una simple plataforma electoral que sirve para venderse al mejor postor, cual prostituta, y ha olvidado sus principios y estatutos.
Al interior de los partidos políticos se ha repartido democráticamente la putrefacción de líderes con cuentas pendientes con la ley y pasados turbios, pero con mucho poder y capital económico para seguir siendo parásitos del pueblo.
¿Cómo derrotar un sistema que se alimenta de la necesidad de los menos favorecidos? ¿Cómo hacerles entender que el asistencialismo no ayuda a desarrollarse a ningún país? ¿Cómo mostrarles la cárcel que encierra su ejercicio crítico?
El partido de la esperanza se ha convertido en la nueva casa de innombrables políticos cuyo pasado los condena, pero que el color guinda les purifica y renueva la esperanza de construir un gran futuro para ellos y sus cercanos vividores del poder.
Si soy traidora a la Patria por pensar diferente, lo prefiero a ser un simple escalón de la misma basura política de siempre.
Excelente miércoles.