El poder político y económico de la familia Rosas Moya continuará al menos en los próximos 15 años, con la unción de Olga como nueva titular de la Agencia de Inteligencia Patrimonial y Económica del estado de Yucatán.
Como adelantamos ayer, Olga Rosas compareció este jueves ante las comisiones unidas del Congreso local, donde dijo que renunció a la secretaría de Administración y Finanzas el miércoles, aunque no estaba impedida legalmente.
El poder de la familia Rosas Moya detrás del gobierno del Estado de Yucatán se inició cuando Rodolfo, hermano de Olga, lavó millones de pesos de la llamada “mafia inmobiliaria” en la campaña del Partido Acción Nacional a la gubernatura, en 2018. Su poder es tal, que a través del equipo Venados de Yucatán se mantiene bajo control a numerosos medios de comunicación que dependen de los contratos de publicidad.
Además, Rodolfo Rosas Moya es el director general de la franquicia local de un periódico con presencia nacional, en el que tiene como brazo derecho al excerebro financiero de Ivonne Ortega Pacheco y ex director del ISSTEY en el gobierno de Rolando Zapata Bello, Ulises Carrillo Cabrera, presunto autor de los boquetes financieros y endeudamientos y actual asesor del gobernador Mauricio Vila Dosal.
Como Tu Espacio del Sureste publicó en el año 2020, ese año el gobierno de Yucatán pidió al Congreso una ampliación presupuestal de 1 mil 500 millones de pesos para afrontar la pandemia del Coronavirus, y gran parte de esos recursos fueron a parar a negocios de cercanos a altos funcionarios del Ejecutivo yucateco, entre ellos a un sobrino de Olga Rosas, hijo de su hermano Rodolfo.
La visión empresarial de los Rosas Moya tiene su éxito en las finanzas públicas y para ello, se preparan para asegurar su presencia en los próximos 15 años, con una iniciativa desaseada desde el principio ya que el domingo pasado, cuando el Ejecutivo presentó su terna de candidatos a la Unidad de Inteligencia Patrimonial y Económica el oficio DGOB/0287/2023 incluyó la firma de Olga Rosas como juez y parte: ella misma se propuso ante el Congreso.
Para subsanar ese error, más tarde los empleados legislativos del gobierno del Estado cambiaron ese oficio original por otro firmado por el chapulín Liborio Vidal Aguilar en vez de la rúbrica de Rosas Moya.
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