Mérida
El palacio prohibido…

LA VISIÓN DE CARONTE
Por Miguel II Hernández Madero
Todo está tranquilo en Yucatán; no es cierto que haya desempleados, es mentira que no haya dinero para pagar las pensiones de los burócratas estatales, o que el ISSTEY esté en bancarrota; el pueblo está feliz y son fuereños quienes van a protestar un día sí y al otro también frente a Palacio de Gobierno.
Las protestas y marchas de maestros de educación física, de jubilados y pensionados, de burócratas despedidos, de padres de niños con discapacidad, de la sociedad civil, etc., en realidad son simulaciones porque los yucatecos estamos tranquilos.
¿Cómo es posible no estarlo, si tenemos al mejor Gobernador del país? ¿Qué podría estar mal si somos el estado más seguro de México? ¿Quién osa decir que algo está mal?
Hablar de que somos un estado con mayor incidencia de casos de contagio de VIH, o que 136 mil yucatecos viven en la pobreza extrema, o que hay una baja en la captación turística, es algo irrelevante. Incluso no tiene significado alguno que seamos una entidad con altos índices de suicidios en el país, o que tengamos brotes de dengue. Todo está bien, nada hay de qué alarmarse.
Pero además somos un estado tan próspero, que podemos darnos el lujo de pagar más impuestos locales a partir de 2020, cargados de manera obligatoria al recibo de consumo de energía eléctrica (o al menos eso aprobaron los diputados que no representan al pueblo, ni a partidos…, se representan a sí mismos).
Pero aunque el Gobierno del Estado se empeñe en negar estos datos, tristemente existen, son reales, lo viven los yucatecos cotidianamente. Yucatán no sólo es el mundo ese de convenciones, festivales y relaciones públicas. Más allá de ello tenemos un pueblo que vive, palpita en una realidad diferente y que al ver ese contraste entre lo que se dice y lo que es, se pregunta qué está pasando.
Negar lo que ocurre no es solucionarlo. Negarse a escuchar lo que dice el pueblo, tampoco es sano, sobre todo si se tienen aspiraciones políticas, aunque a estas alturas difícilmente quede alguna imagen que rescatar en el electorado para las elecciones intermedias. Yucatán tenía una esperanza y la gente aún espera ser escuchada, pero Palacio de Gobierno se ha convertido en algo prohibido para el ciudadano común, abriéndose cada vez más la brecha entre el gobierno y los ciudadanos.
El Gobernador no sólo es una figura desarraigada, sino que ahora también se ha aislado. Quedan casi cinco de este sexenio, Ojalá abra los ojos y vea la realidad de este estado que le toca Gobernar ahora, en vez de sólo tejer cortinas con el encaje de los discursos y anuncios bonitos.
Hasta la próxima…
